Hablar de mi experiencia en África me trae una mezcla de emociones: fue a la vez desafiante e increíblemente hermosa. Cuando me fui de casa para ir a la universidad y emigré de Brasil al Reino Unido, pensé que podía con todo. Pero al llegar a Makuyu, un pueblo de Kenia donde estuve dos meses, me di cuenta enseguida de que las necesidades de la gente de allí eran mucho mayores de lo que yo había previsto. Sin embargo, creí en el proceso y seguí siendo paciente, lo que me permitió encontrar otras formas de mejorar sus vidas.

Fue trabajando en un proyecto llamado "Dreamland x Reality" con los adolescentes del pueblo durante sus vacaciones de dos meses cuando profundicé en sus sueños y aspiraciones, ya que tienen el futuro del pueblo en sus manos. Pasar horas cada semana escuchándoles y hablando con ellos me hizo darme cuenta de que, a pesar de los retos, tienen muchos sueños. Como coach, mi papel era ayudar a convertir esos sueños en realidad y encontrar mejores formas de alcanzarlos.
Fue una experiencia increíble.

Aunque había dificultades, como la falta de servicios básicos como baños, duchas y agua corriente, o incluso lo que para nosotros era el lujo de comer carne, las sonrisas de los niños al llegar a la escuela cada mañana lo compensaban. Fueron días intensos de actividades escolares, que incluían clases de inglés y ayudar en la cocina a preparar las comidas. Pero fue muy gratificante saber que, de alguna manera, estábamos contribuyendo al futuro y al desarrollo de una zona muy necesitada.

Quiero expresar mi gratitud a la Dra. Sophia Khalique, que me ayudó durante las fases iniciales de esta experiencia única en la vida, así como a mis amigos y familiares, que me apoyaron durante todo el periodo que estuve fuera. Su ayuda marcó una diferencia significativa, y no podría haberlo hecho sin ellos.
Johann








